Saga: Crónicas del Mago Negro 3/3
Desde que llegó al Gremio, Sonea ha aprendido mucho. Pero hay cosas que preferiría no haber sabido jamás: todo lo que esconde el Gran Lord Akkarin, y la advertencia de este sobre la venganza que preparan los antiguos enemigos de Kyralia. Por su parte, Cery ha tenido suerte en los últimos años. Disfruta de una buena posición entre los ladrones y dispone de contactos importantes en los bajos fondos y las altas esferas. Cuando un extraño le propone participar en una misión secreta, Cery sabe que debería negarse, pero la vida resulta muy aburrida si no se toma algún riesgo de vez en cuando. En el Gremio, Akkarin está seduciendo a Sonea al revelarle cada vez más conocimientos, al acercarla a la magia negra, pero ¿no se tratará de un ardid para que ella le sirva en sus siniestros propósitos? Y la amenaza que se cierne sobre el gremio, ¿no tendrá un origen mucho más cercano de lo que todos creen? Sin embargo, Sonea sí sabe algo a ciencia cierta: solamente podrá alcanzar su plenitud en las sombras... si sobrevive.
¿Sonea? —Sí, la leyenda viviente, en carne y hueso.
¿Saben? No tengo ni la más remota idea de cómo comenzar esto, aunque sí que tengo bastante claro qué es lo que quiero decir, lo que quiero expresar. Cuando comencé a leer El Gremio de los Magos, nunca esperé que esta se volviera una de mis trilogías favoritas, a pesar de que el primer libro me maravilló, y mientras leía La Aprendiz, esa idea se veía aún más lejana, porque aunque sea entretenido, es bastante decepcionante. Pero ahora simplemente no tengo palabras, para manifestar lo mucho que amo el mundo que creó Trudi Canavan, y cuanto me gustaría que cada uno de ustedes le diese una pequeña oportunidad. Porque definitivamente todo lo malo que puede haber, lo vale.
La historia comienza como en el libro anterior, con un no tan rápido resumen de las tramas pasadas, por lo que como ya estarán acostumbrados si han leído los libros anteriores, las primeras 100 páginas pueden no captar totalmente la atención del lector. Pero después de eso (el único pero que le encontré al libro) la historia desencadena en un sin fin de momentos de tensión, de descubrimientos, de decisiones difíciles, de amor, de superación y en fin, que esas 500 páginas están plagadas de todo lo necesario para hacer de este libro, una conclusión cinco estrellas. No hay instancia donde sea sencillo dejar la lectura para después (¡razón por la que me desvelé dos noches!) y tampoco hay suceso que sobre o parezca fuera de lugar. Trudi Canavan ha orquestado todo en las medidas exactas, y nos pone en bandeja de plata un libro para no olvidar jamás.
La narración sigue siendo exquisita y atrapante, pero lo que más sobresale son los personajes. Aparecen algunos nuevos, que poseen la capacidad de dejar sin aliento y hasta son unas incógnitas constantes y vuelven a tomar más protagonismo aquellos que parecían desaparecidos, y la forma en la que ese hilo mágico termina uniendo cosas que uno jamás se esperaría, es magnífica. Pero hay personajes que de verdad encarnan la palabra cambio, y aquello también es muy entrañable. En realidad provoca muchos sentimientos, son adultos y ya no piensan con la cabeza de un adolescente, pero siguen manteniendo cualidades que me asombraron. Y no dejaron de darme sorpresas. En serio, verlos ser como son es ya un honor. Con toda seguridad afirmo que ningún protagonista los dejará indiferente, porque todos organizan una sinfonía que calza a la perfección. Y no hay un solo momento donde alguno de estos no provoque admiración, ternura, risas, tensión e incluso amor.
Además, Trudi Canavan se lleva mis aplausos más fuertes (que sólo se ganan las personas a quienes estimo) porque ha hecho de Imardin mi familia, pero no como cualquier otra saga con la que me he encariñado. Siento respeto y admiración hacia ella y el mundo que creó, porque sinceramente con cosas simples y sencillas, logró hacer mucho. No sólo levantó una fortaleza inquebrantable al crear Kyralia, sino que juntó de una manera los dos libros anteriores, para acabar con un final brillante que remueve todo dentro de quien lo lea.
Y tengo algo muy importante qué decir. A lo largo de estos tres libros, me he planteado una pregunta: ¿No habrá Trudi Canavan reforzado su historia con magia? Porque en serio, por lo menos todavía me cuesta encontrar una explicación exacta para mi amor profundo hacia la trilogía y una pregunta parecida se me presentó al terminar el libro. Fue como si la autora hubiera aplicado la sanación (facultad que seguramente conocerán mejor si leen por lo menos el primer libro, aunque la palabra en sí lo explica bien) en mí. Quiero decir que yo estaba con el corazón destrozado, al igual que muchos de los personajes, al llegar al penúltimo capítulo. Y luego en el último capítulo me embargó una especie de... ¿calma? ¿rendición? ¿asumí lo que pasó? No lo sé, pero la cuestión es que la autora a mi gusto planteó una situación bastante adecuada para procesar todo, sin embargo, no fue eso lo que me sorprendió. Fue el epílogo. No sólo me demostró que nada de lo que acotaba la narración estaba ahí para parecer chistoso o de relleno, sino que fue como una especie de remedio. No quiero entrar en detalles porque cualquier cosa podría llevar a una interpretación no deseada, sólo quiero manifestar mi gratitud, nuevamente, hacia la autora. Creo que dio con una conclusión bastante acertada.
Así que sí has leído el primer libro y no sabes si seguir, solo hay que pensar en lo siguiente: El Gran Lord mantiene la misma esencia del primer tomo, pero con todos los atributos elevados a la milésima. Y si estás cansado de protagonistas tontas, Sonea es tu chica. De hecho, todos los personajes se merecen menciones de honor, porque cada uno deja su huella... Cery :___.